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Concha Gómez (Foto: Andrés García) |
SINOPSIS
La enseñanza y el teatro soportan sobre sus anchas espaldas el eterno cartel de “crisis”. No cabe duda de qué los enfermos crónicos resultan casi inmortales. En no pocas ocasiones el teatro ha acudido a las aulas pero rara vez la enseñanza se ha subido sobre un escenario para confesar y desarrollar alguna de sus intimidades.
En el universo de la enseñanza cabe el alumnado, los padres del alumnado, los psicólogos, el profesorado titular y los becarios, los vendedores de drogas a las puertas del colegio, la autoridad moral, el debacle matemático, los psiquiatras con turno de oficio, las pruebas de educación física, la jungla de los patios y de los recreos, los colegios públicos y los selectos centros privados, las tareas extraescolares, los guardaespaldas y un largo etcétera de protagonistas más que orbitan de forma pacífica y armoniosa en nuestro mismo sistema social.
Es cierto qué en alguna ocasión se ha hablado de determinados “acosos” en los colegios, de alguna falta de respeto al profesorado y de inapetencia por la cultura, pero eso entra de lleno en nuestro proceso de maduración. Estamos progresando mucho en humanismo, tanta calidad técnica estamos alcanzando, que pronto no serán necesarias las personas para seguir evolucionando en nuestro mundo. Claro que siempre hay rezagados, personas sin diálogo, soñadores de otros tiempos y otras terapias, gente mentalmente caduca que no entiende ni interpreta la dictadura de los presupuestos públicos. Si, estamos hablando de Doña Felícitas, la profesora, presuntamente, asesina. Una exterminadora voraz de alumnos díscolos. Gracias a “Yo me enfrenté a un cacique de la E.S.O.” conoceremos los motivos reales por los que una bondadosa profesora cercana a su feliz jubilación optó por echar mano a sus armas y enfrentarse contra los caciques que habitaban su clase. No se conformó con intentar eliminar al cabecilla perturbador que sembraba la anarquía en su clase, no, su cruzada vengativa la convirtió en una presunta asesina en serie. Nunca antes una profesora había llegado tan lejos en sus reivindicaciones.
“Yo me enfrenté a un cacique de la E.S.O.” desarrolla, en clave de humor, dada la gravedad del tema, la verdadera historia de la profesora, presuntamente, asesina de alumnos. Con “Yo me enfrenté a un cacique de la E.S.O.” descubriremos los pormenores de su perturbada personalidad, seremos introducidos en los laberintos cabalísticos que la empujaron a tan desmesurado vandalismo y, finalmente, nos desvelará los indescifrables misterios de su profesión educadora. Asistiremos a su paso por la justicia y al terrible castigo impuesto por el juez antes de salir precipitado del despacho para llegar a tiempo a su partido de golf. Tan solo su abogado defensor la mima y permanece a su lado porque le interesa salir airoso del caso. Un equipo profesional de narcotraficantes busca nuevo abogado y sigue sus actuaciones muy de cerca. “Yo me enfrenté a un cacique de la E.S.O.” escenifica una verdad deformada que se parece demasiado a nuestras peores pesadillas.